martes, 29 de mayo de 2012

PROBANDO, PROBANDO...

Aquí os dejo dos relatos más que presenté al concurso. Las palabras que necesariamente debían utilizarse en el primero eran bombilla, jurisdicción, reforma, catarro y premio. Las del segundo palabrota, boda, orgullo, birrete y detención.
Uno de los relatos fue seleccionado, el otro... no gustó. Os propongo una cosa: a todo el que acierte dejando en los comentarios su opinión sobre cuál fue el elegido, le mando un marca páginas de regalo.
Y otra cosita..., uno de los dos relatos contiene un mensaje oculto. El propio relato da la clave para encontrarlo. ¿Os atrevéis a buscarlo?...

 

“ARSÉNICO SIN COMPASIÓN”


Le llamábamos “el bombilla” porque estaba calvo y su cabeza tenía forma de pera. Andaba siempre pegado al pañuelo, compañero inseparable de sus crónicas alergias, y de su enrojecida nariz con forma de pimiento.
Aún así, todos le envidiábamos un poco, y lo del apodo era también porque era un juez brillante, adicto a la cafeína, que impartía estricta justicia y no admitía irregularidades dentro de su jurisdicción. Se contaba que habían intentado “untarle”, y que él se había erguido altivo al repeler, vehemente, tan osado atrevimiento.
Cuando inició la reforma de su juzgado, notamos que empeoraba su salud. “Un catarro por el polvo”, tranquilizaba él con su voz nasal.
Hoy he recogido su premio póstumo a la mejor labor. El mismo día que se conocía el resultado de la autopsia: envenenamiento gradual.
El arsénico fue encontrado en su azucarero. Él solo se lo había ido echando en el café.

ABOGADOS VERSUS GRACIAN


-Mira lo que te propongo: ¿a qué no cuentas una historia enlazando cinco palabras al azar?
- ¿Cómo que no? Eso estaría bueno...soy abogado, ¡me dedico a contar cuentos!
- Si lo ves tan sencillo, lo complicaré limitándote el máximo a ciento cincuenta palabras.
Reprimiendo una palabrota:
- ¡Eso es peor!..., lo breve no nos gusta. En nuestra profesión llevamos con orgullo nuestra profusa dialéctica. Puedes preguntarle a tu madre. Los dos te confirmaremos el interminable discurso con el que en nuestra boda nos honró su señoría, tu bien amado abuelo, luciendo para la ocasión toga, birrete y mazo con el que golpear por varias veces la mesa, como si en lugar de oficiar los esponsales quisiera mejor ordenar mi detención..., aunque, ¿sabes lo que estaría bueno de verdad?,... que descubrieras el mensaje que ocultan estas palabras... la dos, veintidós, treinta, cincuenta y uno, setenta, ciento cuatro y ciento veinticinco...

martes, 15 de mayo de 2012

JACINTOS PARA TU ALMA

Hoy nuestro poeta quiere hacernos un regalo y nos ofrece “Un jacinto para el alma”. Las cosas valiosas no siempre son materiales. He aquí la muestra. Estas breves rimas, las dedica al amor perdido. A ese que, según sus propias palabras, te toca una vez en la vida y vive contigo para siempre. Es el Jacinto para el alma, que nos regala...y el jacinto de la amargura por la pérdida.
Como siempre decimos, se admiten comentarios.

Dijiste que no eras mía
que ya no me hacías falta
y perdí, desde ese día,
aquello que más amaba.

La fuerza de mi cariño
y tu entrega profesada,
las diluyó un cruel destino
que mal rompió la baraja.

Ahora ya no codicias
lo que antes añorabas
besos, roces y caricias
con una sonrisa robada.

El ocaso de mi estío
me reta con tus palabras,
enfrentándome al vacío
de todo lo que evocaban.

Tu presencia, tu alegría
tus despistes, tu locura,
recuerdos y melancolía,
jacintos de mi amargura.